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Marketing optimista: las historias positivas venden más
Entre tanta crisis económica,
estadísticas que no hacen más que caer en picado y datos de paro que
justo van en dirección contraria, no está de más que muchas empresas
transmitan a la sociedad mensajes optimistas capaces de generar
motivación y valor de seguir apostando por aquellos proyectos que muchos
dejan de lado, simplemente, por “lo mal que está todo”.
Y es que “con la que está cayendo” no es
de extrañar que la mayoría de organizaciones traten de enfocar sus
estrategias de venta de sus productos y servicios hacia un optimismo que
sea capaz de desentonar con el turbio ambiente informativo que nos
invade día a día. Y sólo hay que ver algunos casos que apuntan a esta
idea, como Coca-Cola, especialistas en generar felicidad (El cajero de la felicidad) o las últimas campañas de Campofrío (Cómicos y El curriculum de todos).
Y no sólo eso, más allá de campañas
televisivas, basta con hojear las redes sociales que, de repente, se han
inundado de historias de innovación, ideas que triunfan, personas
emprendedoras que logran el éxito… No hay duda: los mensajes optimistas se propagan con más rapidez, se leen y se atrapan de una forma especial porque hacen falta, son inspiradores y nos ayudan a seguir tirando del pesado carro de la economía actual.
¿Estamos ante una nueva forma de vender a la que podríamos bautizar como ‘Marketing Optimista’?
Contar historias emotivas es un recurso ya muy empleado por las marcas y se ha venido denominando como ‘Marketing Emocional’
como una estrategia que trata de invertir esfuerzos de comunicación
hacia el corazón de las personas y no hacia su cerebro. En caso opuesto
podría situarse el llamado ‘Neuromarking’ que, como bien te lo explicábamos en este artículo,
se trata de una técnica de investigación de mercado que usa los avances
de la neurociencia para analizar las decisiones irracionales de los
consumidores.
En este sentido, el marketing optimista sería una rama del marketing emocional,
centrado en las emociones positivas a través de historias con final
feliz, recompensas al esfuerzo, sentido del humor, causas solidarias… No
importa el sector, la actividad a la que se dedique tu empresa o el
tipo de producto o servicio que ofrezcas; lo importante es saber
transmitirlo de una forma en la que generes cercanía con el usuario y no temor o desconfianza.
De acuerdo a estas características, bien
podríamos pensar que el marketing optimista es más propio aplicarlo
para aquellos productos que no necesitan de mucha reflexión, es decir,
los productos de compra por impulso. Sin embargo, no es cierto, pues se puede aplicar a cualquier tipo de producto y tendrá como objetivo animar al receptor a través de mensajes positivos.
Visto lo visto, por tanto, retomamos la
pregunta: ¿el marketing optimista es una propuesta nueva? Para nada, ha
existido siempre y ahora, simplemente, le hemos puesto nombre y hemos
descubierto que, debido al bombardeo de la crisis económica, esta forma ‘positiva’ de vender se hace especialmente necesaria.
Así que ya sabes, practiquemos el
marketing optimista porque utilizar la creatividad, la imaginación y
pensar ideas positivas (de momento)… ¡es gratis!
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